[Pedro dijo] «Se hace necesario que, de aquellos que nos acompañaron todo el tiempo en que el Señor Jesús estuvo entre nosotros, desde que Juan bautizaba hasta el día en que el Señor subió al cielo, uno de ellos se nos una para ser testigo de su resurrección». Entonces señalaron a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre «el Justo», y a Matías. Y en su oración dijeron: «Señor, tú conoces todos los corazones. Muéstranos a cuál de los dos has escogido, para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de la que Judas cayó por su transgresión para irse a donde le correspondía». Y lo echaron a la suerte, y ésta recayó en Matías. Y a partir de entonces fue contado entre los once apóstoles.
Hechos 1: 21-26
Matías, quien había seguido los pasos de Jesús y estado con él y los discípulos durante todo su ministerio, se convierte en el duodécimo discípulo. Tanto él como Barsabás habían oído a Jesús predicar y lo habían visto curar a los enfermos; habían soportado el trágico espectáculo de la crucifixión y habían presenciado la ascensión del Salvador al cielo. Cualquiera de los dos podía ser el discípulo número doce.
Entonces, para resolver el asunto, Pedro oró y luego, como era la tradición, echaron suertes para determinar la voluntad de Dios para su decisión. La suerte recayó en Matías, quien fue seleccionado para ocupar el lugar de Judas Iscariote.
En cuanto a Barsabás, bueno, no fue elegido. ¿Y no es eso como la vida a veces? De niños nos preparamos para jugar en los partidos como titulares, pero muchas veces no éramos más que «suplentes». En la escuela secundaria nos esforzamos para poder entrar en cierta universidad, pero no lo logramos. Todos tenemos historias de no haber sido elegidos que, a veces, son devastadoras.
Hasta que recordamos a Aquel que nos ha elegido para sí mismo, para siempre. En Cristo Jesús, Dios Padre nos escoge a ti y a mí. Él no ha retenido ni siquiera la vida de su propio Hijo, con tal de asegurar nuestra futura llegada a su presencia. La invitación de Dios para ti y para mí siempre está abierta.
¿Qué más podemos decir? Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar en contra de nosotros. El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Romanos 8: 31-32). Ciertamente, tú y yo hemos sido elegidos por Dios. Gracias, Padre, por decirnos esto en Jesús.
ORACIÓN: Padre Celestial, cuando nos sintamos excluidos y solos, recuérdanos que fuimos elegidos por ti. En el nombre de Jesús. Amén.
Paul Schreiber
Para reflexionar:
* ¿Crees que el proceso de echar suertes, y luego no ser elegido, facilitó que Barsabás aceptara el resultado, en lugar de tomarlo como una decisión de los discípulos?
* ¿Qué ha hecho Dios para mostrarte que te ha elegido y que te ama?
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