Entonces dijo Dios: «¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza! … Y Dios creó al hombre a su imagen. Lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó
(Génesis 1:26a-27).
Hace unos años compré un collar de fantasía fina que prometía ser duradero, brillante y hermoso, con una garantía de por vida. Sin embargo, con el paso del tiempo, noté cómo su brillo comenzaba a desvanecerse lentamente y su color se volvía opaco.
Decidí usar la garantía y envié el collar a los joyeros. En unas pocas semanas, recibí de vuelta el collar, pero no era el mismo que había enviado. El collar nuevo que tenía en mis manos era deslumbrante, brillante y hermoso, incluso más que el original.
En el primer artículo del Credo confesamos que Dios creó a todos los seres vivos, pero solamente a la humanidad la creó a su imagen y semejanza. Eso significa que Él nos dotó de una dignidad especial y nos confió la responsabilidad de cuidar y gobernar su creación.
Sin embargo, debido al pecado, perdimos la imagen de Dios. Desde la caída en el pecado en el Edén, perdimos la capacidad de vivir plenamente por fe en Dios y en amor perfecto unos con otros. Aun así, Dios nos ofrece una garantía de por vida, una promesa de restauración y renovación a través de su amor y gracia en Cristo. ¡Él nos hace de nuevo deslumbrantes, brillantes y hermosos!
Cristo ha comenzado la restauración de su imagen en nosotros. Aunque todavía estamos en proceso, en esta vida comenzamos a ser transformados a su semejanza, y seremos completamente restaurados el Último Día. La cruz de Cristo nos recuerda que, a pesar de nuestras fallas y pecados, Dios nos ama profundamente y nos da la oportunidad de ser restaurados a su imagen a través de Jesús.
Padre nuestro, gracias por recordarnos que hemos sido creados a tu imagen y semejanza, con una dignidad especial y un propósito único en este mundo. En la cruz, Cristo demostró tu amor inmenso al sacrificarse por nosotros, ofreciéndonos la oportunidad de restauración y redención. Ayúdanos a reflejar tu imagen en nuestras vidas. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Qué impacto tiene en tu vida el hecho de que Jesucristo, el Hijo de Dios, ¿haya sufrido y muerto en la cruz para restaurar tu relación con Dios y recuperar tu dignidad como imagen divina?
* ¿De qué maneras demuestras en tu día a día que Dios te ama profundamente y que Él te ha dado la oportunidad de ser restaurado a su imagen a través de la obra redentora de Cristo?
Diaconisa Noemí Guerra
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