Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, pero no apresurarse para hablar ni para enojarse; pues el enojo de una persona no produce la vida justa que Dios quiere.
Santiago 1:19-20
Los latinos solemos ser apasionados y llevar las emociones a flor de piel. Aquí se nos invita a una introspección profunda sobre la gestión de nuestras emociones y la manera en que respondemos ante las situaciones de la vida cotidiana. Como seguidores de Jesús, somos llamados a ser como él, y este pasaje nos muestra el camino.
Jesús personificó la calma, la paciencia y la compasión en todas sus interacciones. Él entendió la importancia de escuchar con atención, de hablar con sabiduría y de no ceder al enojo impulsivo que no produce la justicia divina. Jesús nos mostró cómo gestionar nuestras emociones de manera que honren a Dios y beneficien a quienes nos rodean.
Y nuestro Bautismo nos capacita para seguir su ejemplo. Allí somos lavados y renovados, recibiendo el Espíritu Santo que nos fortalece y capacita para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Somos capacitados a caminar en los pasos de Jesús, siendo conscientes de nuestras emociones y respondiendo con amor y gracia en todas las circunstancias. Sin embargo, somos seres humanos imperfectos y, a veces, fallamos. En esos momentos de debilidad y flaqueza, podemos encontrar consuelo en la gracia redentora de nuestro Señor, quien nos perdona, nos levanta y nos capacita de nuevo para continuar.
Hoy más que nunca, en un mundo lleno de tensiones y conflictos, somos llamados a ser agentes de paz y reconciliación. La enseñanza de Santiago nos desafía a ser conscientes de nuestras emociones, a escuchar con empatía y a responder con amor y compasión. Así llevamos la luz de Cristo al mundo y contribuimos a la construcción del reino de justicia y reconciliación.
Que, en cada momento de nuestra vida podamos reflejar el amor y la gracia de nuestro Señor Jesucristo, siendo instrumentos de paz y esperanza en un mundo que tanto lo necesita.
Padre nuestro, gracias por el regalo inmenso de la redención a través de Cristo. Ayúdanos a vivir conforme a su ejemplo, siendo testigos de tu amor y gracia en cada momento de nuestras vidas. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Cómo te inspira la vida de Jesús a cultivar la calma y la paciencia en tus interacciones diarias?
* ¿Cómo puedes aplicar personalmente la enseñanza de Santiago en tu día a día para convertirte en un agente de paz y reconciliación en un mundo lleno de tensiones y conflictos?
Diaconisa Noemí Guerra
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