Porque los hijos de Dios son todos aquellos que son guiados por el Espíritu de Dios. Pues ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice nuevamente al miedo, sino que han recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados
(Romanos 8:14-17).
No conozco mucho de arte, pero me llamó la atención la historia del cuadro «Salvator Mundi», que se cree fue pintado por Leonardo da Vinci alrededor del año 1500, pasó por varios dueños, y en algún momento se perdió. En el año 2005 fue redescubierto en una subasta en Nueva Orleans, y alguien lo compró por menos de $10,000 dólares.
Después de su redescubrimiento, el «Salvator Mundi» fue sometido a extensas investigaciones para autenticarlo como un verdadero trabajo de Leonardo da Vinci. Y una vez confirmada su autenticidad, fue subastado por más de $450 millones de dólares.
¡$450 millones! ¿Cuánto crees que le pudo haber costado el material a Da Vinci para pintar el «Salvator Mundi» en los años 1500? Yo me imagino que fueron centavos, pero alguien pagó $10,000 por ese cuadro cuando se sospechaba que lo había pintado Da Vinci. Y luego, alguien pagó cientos de millones cuando se confirmó que da Vinci fue el artista que lo pintó.
Nuestra vida no recibe su valor por lo que hacemos o por cómo enfrentamos las dificultades o porque llegamos al éxito. Tu valor y el mío dependen únicamente de Dios mismo, quien es el artista que nos creó. Y ese Dios nos ha adoptado como sus hijos. ¡Qué honor!
La vida de cada cristiano es como la historia del «Salvator Mundi»: pintado por Dios, perdido, redescubierto y autenticado como hijo de Dios. Confesar a Jesús como nuestro Señor significa que confiamos en que él es nuestro Salvador y Dios en la vida y en la muerte, y que por medio de su vida y resurrección nuestros pecados han sido perdonados y recibimos la vida eterna.
Padre nuestro, gracias por guiarnos con tu Espíritu, quien da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos tuyos. Y si somos hijos, somos también herederos tuyos y coherederos con Cristo. Gracias por hacernos valiosos en ti. Amén.
Para reflexionar:
* Sabiendo que Dios es el autor de tu vida, ¿cuánto la valorizas?
* ¿Cómo cambiaría tu vida si abrazaras plenamente tu identidad como hijo de Dios, confiando en su amor y perdón diario?
Diaconisa Noemí Guerra
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