Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un miembro con una función particular.
(1 Corintios 12:27).
¿Recuerdas la cuarentena obligatoria que vivimos durante la pandemia? Yo la recuerdo vívidamente. A mí no me molesta estar en mi casa. De hecho, ¡me encanta! Pero eso puede ser peligroso, porque nos acomodamos tanto, que se nos olvida que Dios no nos creó para estar aislados. Lo tuvimos que hacer por obligación durante la pandemia, por amor a nuestros hermanos y la humanidad. Pero ¡ya pasó! ¡Ya es hora de salir de las burbujas que hemos creado en tantos aspectos de nuestra vida!
En la lectura de hoy, Pablo habla sobre los dones espirituales y cómo cada creyente los recibe del Espíritu Santo para edificar la iglesia, y usa la metáfora del cuerpo humano para describir la relación entre los creyentes y Cristo. Y es que todos los creyentes somos partes vitales del cuerpo de Cristo, la iglesia, y cada uno de nosotros tiene un papel único y esencial que desempeñar. Esto nos incluye a ti y a mí.
Por medio de la ley de Dios, el Espíritu Santo primero nos convence de nuestro pecado y nos lleva al arrepentimiento para que, obrando mediante el evangelio y los sacramentos, luego nos lleve a la fe en Cristo y nos convierta en miembros de su cuerpo.
La explicación del Tercer Artículo del Credo Apostólico explica «… en esta cristiandad él me perdona todos los pecados a mí y a todos los creyentes, diaria y abundantemente, y en el último día me resucitará a mí y a todos los muertos y me dará en Cristo, juntamente con todos los creyentes, la vida eterna. Esto es con toda certeza la verdad».
Ya pasó la cuarentena. Recordemos que somos el cuerpo de Cristo, cada uno con un papel vital en su iglesia. No estamos destinados a vivir aislados; somos llamados a la cristiandad, a la comunidad cristiana donde encontramos apoyo y amor. Descubre tu papel en tu iglesia y sé parte activa en edificarla. Confía en la guía del Espíritu Santo y colabora con otros creyentes para glorificar a Dios y fortalecer su iglesia.
Padre nuestro, gracias por unirnos como miembros del cuerpo de Cristo, donde cada uno tiene un propósito especial para edificar tu iglesia. Ayúdanos a reconocer y abrazar nuestra función en la comunidad cristiana, fortalecidos por el Espíritu Santo quien nos capacita para servir. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Qué significa para ti ser parte del cuerpo de Cristo y tener una función particular en la iglesia?
* ¿Qué desafíos enfrentas al intentar salir de tu zona de confort espiritual y colaborar con otros creyentes en la edificación de la iglesia?
Diaconisa Noemí Guerra
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